DON ANACLETO

Amigo lector, tienes a la vista un librito que pretende ser una novela pero que en la práctica no lo es o, por lo menos, no lo es al estilo tradicional. Es decir, introducción, nudo y desenlace. No se pretende poner de manifiesto las dificultades que a primeros del primer cuarto del siglo XX y anteriores a esa fecha, tenían los profesionales de la medicina para dar un aproximado diagnóstico. Los medios no pasaban, la mayoría de las veces, de sinapismos, cataplasmas, lavativas y sangrías. Este tratamiento (las sangrías) se aplicaba como última ratio, cuando ya se habían aplicado todos los medios conocidos sin respuesta por parte del paciente. Con la mejor intención, en la mayoría de los casos, se contribuía al final del enfermo. Durante la niñez de quien esto escribe, todavía, algunos médicos las hacían. No así, las lavativas, como limpieza de colon. Pues es sabido que, largo tiempo atrás, solo un sector de la sociedad de las distintas épocas comía lo suficiente, el llamado primer estado o el estado noble. Hoy nos asombraríamos si viésemos el menú de la nobleza (algún escritor ha tenido la curiosidad de señalar alguno de los tiempos que comentamos). No es de extrañar, por tanto, que, no conociendo los laxantes, se recurriese a métodos más simples (las lavativas) para eliminar el veneno que deja en el organismo las comidas pantagruélicas.
Los avances de la medicina que hoy disfrutamos, como casi todo, han tenido lugar después de la Segunda Guerra mundial, mientras tanto, como apuntamos más arriba, la humanidad doliente ha vivido con lavativas y sangrías. El protagonista de la novela Don Anacleto fue un médico de vocación pero, como hombre de su tiempo, las aplicaba. Aun así, suplía lo que desconocía con el consuelo de estar al lado del enfermo, extremo que hoy se desconoce.
Publicado: 03/2016
HECHOS REALES
160 páginas
Precio libro: 14€
Precio ebook: 4€
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